Racing y Tigre armaron una gran fiesta en las tribunas.
Todos los detalles cuidados en el show previo. Desde la presentación de Judith Cabral como intérprete de “We are the champions” y del Himno Nacional pasando por el “duelo” de raperos de Racing y Tigre, los fuegos artificiales y la instalación dos pantallas gigantes para que nadie se pierda detalle del partido. A lo que habría que sumarle una coronación impecable. La Superliga le puso el marco a la fiesta.
Pero el gran espectáculo lo dieron las dos parcialidades que coparon la ciudad y sus calles desde muy temprano y después le pusieron un marco sensacional al “José María Minella”.
Racing ratificó su poder de convocatoria y los hinchas, superiores en número, deliraron con esta nueva consagración del equipo de Eduardo Coudet. Y Tigre, una vez más, demostró tener una parcialidad de equipo “grande”, que siguió cantando y saltando hasta bastante después del final del partido, con el orgullo bien alto pese a la frustración deportiva.
Los dos clubes, en definitiva, movieron una multitud. Los hinchas pudieron disfrutar, más allá de un resultado. Unos, un título. Otros, la oportunidad de sentarse en la mesa de los grandes. Y lo hicieron en paz.
Unos y otros fueron lo mejor de una gran tarde-noche de fútbol en Mar del Plata. Mucho mejor, claro, en las tribunas que dentro de la cancha. No hubo en la historia de las grandes jornadas del “José María Minella” demasiados partidos con semejante marco que no fueran protagonizados por Boca o River o los equipos locales jugándose algo importante. Entre veinte y veinticinco mil personas pudieron disfrutarlo.
Pasión en estado puro. Como sólo el fútbol puede generar. Aunque ni Boca o River estén en el medio.